lunes, 5 de septiembre de 2011

Textos y Pedagogía

Caracterización y metodología de la lectura y la escritura

-Reseña-

De: Miguel Guerrero Borda[1]


La compleja y preocupante situación del estudiante que llega a la universidad y encuentra que sus precarias bases comunicativas están desfasadas en relación con los complejos procesos de aprendizaje y estudio que le plantean los diferentes saberes profesionalizantes, es el punto de reflexión que le sirve al profesor Leandro Cerro Robles para analizar los procesos de lectura y escritura y desarrollar planteamientos teórico-prácticos pertinentes a la formación básica y su proyección al desempeño universitario y profesional.
 El sugestivo libro es un diligente estudio que de entrada practica una implícita y necesaria crítica a la inconsistente preparación lingüística que se ofrece en los diferentes niveles del sistema educativo colombiano en donde no forman ni desarrollan adecuadamente la competencia comunicativa para leer con comprensión y analíticamente los textos que se requieren trabajar a nivel profesional, ni los equipa con herramientas básicas para expresar por escrito de forma coherente y autónoma su forma de pensar.
En consecuencia, libro que aborda en siete ensayos que son unitarios en sí mismos, pero que guardan una secuencialidad en el tratamiento y desarrollo del tema, la problemática de la comprensión y producción de textos científicos, literarios y técnicos en los estudiantes universitarios de cualquier área o profesión, que analiza las condiciones y determinantes del proceso de apropiación del conocimiento mediante la lectura, que focaliza el problema de la escritura como habilidad fundamental y complementaria de la lectura, pues los procesos de interacción intelectual y académica priorizan la utilización de esta habilidad.
Textos y Pedagogía parte de una referencia la mitología griega y sus correlatos cognoscitivos, que se constituyen en elementos de fundamental importancia para entender el desarrollo diacrónico del pensamiento. Lector in fábula, el lúcido ensayo de Humberto Eco sobre este mismo tema general, le sirve a Cerro Robles para reflexionar y enlazar razón e imaginación desde los mismos albores de la escritura hasta nuestros días, pues hace dos mil años no sólo era la única y verdadera fuente de conocimiento, sino que a partir del relato mítico se diferenció el pensamiento racional o logos (científico) del pensamiento imaginario o mithos (artístico).
Con ellos, se diferenciaron desde entonces dos formas de leer y comprender el mundo, aunque ambos estén íntimamente correlacionados en su función central de formar y desarrollar el universo conceptual del hombre. Sin embargo, la ficción no sólo desarrolla los contornos imaginativos del individuo sino también, y en especial, proporciona bases y fundamentos categoriales para el pensamiento objetivo y científico, de ahí que el lector de fábulas se va constituyendo de una manera creciente en un eficiente lector de textos científicos.
Una de las características fundamentales de Textos y Pedagogía es ir desarrollando planteamientos de diversa naturaleza que paulatinamente van configurando la totalidad de la temática textual. Así, en el segundo capítulo trata de los procesos conexos previos y simultáneos al acto de leer, procesos que inciden en la comprensión y descodificación del texto en forma de transformaciones semánticas que tienen que ver con las asociaciones que realiza el lector, con su universo conceptual propio, con las presuposiciones que hace el lector antes de hacer funcionar el texto o con las anticipaciones cognitivas o imaginarias. Estas transformaciones semánticas no sólo inciden en el acto de lectura sino que relativamente enriquecen el texto con adiciones y valoraciones o lo empobrecen con elipsis y supresiones diversas.
El capítulo tercero está dedicado a identificar las condiciones dentro de las cuales se desarrolla el aprendizaje académico de la lectura en la escuela primaria y secundaria: una concepción escalar de la lectura, es decir, gradual, de lo simple a lo complejo, que de ninguna manera logra incrementar el nivel de conocimiento de los estudiantes. Si a ello le agregamos el divorcio que desde la escuela se hace de la lectura con respecto a la escritura, se explica entonces los desfases de nivel de comprensión con que llegan los estudiantes a la universidad, quienes tienen que asimilar vastas cantidades de información y adoptan métodos improvisados para resolver sobre la marcha sus necesidades de apropiación de la información.
La lectura y la escritura son considerados como conceptos y procesos independientes cuando en realidad son uno solo con dos instancias o fases diferentes. Cerro Robles plantea el fenómeno lecto-escritural del siguiente modo:
«La lectura deviene en la escritura independiente de la adecuación cultural previa a la etapa escolar que ofrece elementos de pre-lectura y pre-escritura, cuando el niño aprende a leer está recogiendo simultáneamente las percepciones visuales que luego le permiten graficar los signos que ha podido identificar en su incipiente proceso racional. De esta manera la habilidad escritora se desarrolla en forma paralela a la habilidad lectora».[2]
De ello se deduce que «el acto de escribir involucra necesariamente al acto de leer», lo que para Cerro Robles es distorsionado a través del proceso pedagógico:
«El énfasis que se hace tanto en los estudios como en la práctica pedagógica sobre el carácter independiente de ambos procesos está basado y tiene su origen en la virtualidad que adquiere uno de los dos cuando el otro predomina como realización lingüística».[3]
Así, pues, es «la escuela la que se encarga de distanciar los dos procesos (…) hasta convertirlos en caricaturas tanto de la lectura como de la escritura» sin visos de funcionalidad para los estudiantes, hasta que finalmente quedan limitados a «ejercicios aislados, de poca o nula utilidad en su vida diaria». De ahí que, trabajar con conceptos y procesos diferentes genera consecuencias de grave distorsión en los efectivos y potenciales lectores y escritores que prepara la escuela.
Ya en el capítulo cuarto el autor hace una aproximación sistemática sobre las actividades que debe realizar el lector con los textos de estudio para entender y aprovechar al máximo su contenido. Recurriendo al modelo teórico de la lingüística textual unas veces, y a la semiología otras, el profesor Cerro Robles nos ofrece un espacio teórico-práctico de convergencia donde a partir del excelente ensayo de Jorge Luis Borges sobre el libro nos va analizando a manera de paradigma la estructura semántica (temática) del texto, dilucidando las conexiones, niveles y relaciones hasta explicitarnos todo el corpus conceptual de la conferencia de Borges. En consecuencia, la lectura de este capítulo será eficaz si promueve una propedéutica que tenga como objetivo el «enriquecimiento conceptual del lector».
En la quinta parte del libro, el mito griego de Ifigenia, hija del héroe Agamenón y Clitemnestra, le sirve al autor como alegoría para ilustrar una legendaria concepción del libro y la lectura mediante la cual sólo se accede realmente al libro por medio de la cultura, es decir, de un rito que consiste en iniciar al futuro lector en sus secretos y en sus significados ocultos y hacerlo devoto de él. A la cultura, en este contexto, sólo se llega mediante un proceso cultural en el cual se aprende las claves y los significados de ese acto casi litúrgico. Así el libro abriría posibilidades infinitas para que el lector reconozca la realidad que enriquece la condición humana.
Los dos capítulos finales están dedicados a analizar el fenómeno desde la perspectiva de la producción escrita: en uno establece los presupuestos indispensables para un reencuentro con la escritura resaltando que ésta no es otra cosa que el desarrollo y perfeccionamiento de ciertas cualidades «por medio del trabajo y la dedicación que proporciona el oficio de escritor»; en el otro analiza las condiciones que hacen posible el acto de lectura y escritura. Para esto, caracteriza el texto a nivel estructural: el texto en tanto objeto simbólico susceptible de ser interpretado es una fuente de sentido que debe ser «actualizado» por el lector y como tal tendría las siguientes características: legibilidad, estructuralidad y funcionalidad. Pero más allá de sus rasgos un texto debe valorarse como un espacio sígnico para el análisis, la producción y reelaboración de un saber y en consecuencia se constituye en una herramienta de conocimiento básica del proceso educativo. Sin embargo, dada la tipología de textos (narrativos, argumentativos, expositivos o descriptivos), éstos conjugan diferentes intereses para potenciales lectores y escritores.
La actitud crítica frente a los procesos pedagógicos que de tiempo atrás se implementan en la educación contemporánea y un trabajo investigativo que busca adecuar y aplicar algunos planteamientos teóricos de la lingüística y la literatura al aula de clase, dan como resultado este pequeño volumen que se constituye desde ya en una guía de consulta para investigadores, estudiantes, docentes y todos aquellos interesados en los problemas actuales de la lectura y la escritura.


[1] .Catedrático. Universidad de los Llanos.
[2] .CERRO ROBLES, Leandro (1995). Textos y Pedagogía. Caracterización y metodología de la lectura y la escritura. (Ensayo) 2ªedición. Santa Fe de Bogotá: Universidad Externado de Colombia, p.31
[3] .Ibid, p.32