viernes, 8 de junio de 2012

Amor y erotismo en El Decameron: La gran controversia de su época

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Adenda para estudiantes
De: Ana María Barreto
La publicación del libro El Decameron trajo gran controversia en su época ya que sólo era permitido hablar de Dios.  La aparición de El Decamerón (1351) de Boccaccio y La Divina Comedia  (1321) de Dante Alighieri anunció la llegada del Renacimiento. Estos dos libros logran algo que no era usual en la época: un hombre sin presencia divina. Aquí nos presentan al ser humano como lo que es, una persona con virtudes y defectos, con sus penas y glorias. En la Edad Media los textos solo hablaban de la alabanza a Dios y por estas razones fue tan trascendental la llegada de El Decamerón aunque es muchos lugares logró ser censurado debido a que se destaca en el libro el erotismo.
En un celebrado ensayo titulado La llama doble: amor y erotismo,  el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz define esta relación como la llama doble de la vida: “El fuego original y primordial, la sexualidad levanta la llama roja del erotismo y esta a su vez, sostiene y alza otra llama azul y trémula la de amor erotismo y amor la llama doble de la vida”.[1] Es la concepción y vivencia de cómo ha sido vivido y pensado el amor en distintas culturas. La íntima conexión entre sexo, erotismo y amor; la relación entre el amor y las distintas religiones, o entre amor y amistad; las obras literarias y filosóficas que analizan la pasión amorosa, la naturaleza paradójica y misteriosa del sentimiento, la relación entre erotismo y poesía.
En este ensayo se pretende hacer una similitud entre lo que es amor y erotismo según  Octavio Paz y la forma en que éstos se presentan en El Decamerón. Partamos del concepto de amor:
El amor occidental, el amor árabe, el amor hindú, el amor en el extremo oriente…y en general,  en lo que significa el amor en todas las culturas. Por su naturaleza contradictoria se revela en conceptos como caída y vuelo, sufrimiento y disfrute, libertad y sumisión, fidelidad y traición, alma y cuerpo, luces y sombras…en palabras de Paz.
Veamos cómo se plasma este concepto en el siguiente fragmento de la obra de Boccaccio:
“Pero, así como pecan los hombres en muchas situaciones por sus deseos, vosotras queridas mujeres, pecáis especialmente en una, como es el anhelo de ser bellas”. [2]
Aquí nos muestra dos cosas. primero que el hombre peca, que no es perfecto; y segundo, muestra lo que dice Octavio Paz: que el hombre produce por naturaleza sensualidad.Veamos:

“Hízolo a maravilla el mandado, y ella, sin notarlo, atraída por lo grato del brebaje, bebió más de lo que a su honestidad hubiese convenido, hasta que, olvidando toda adversidad pasada, alegróse y, viendo danzar a algunas mujeres al estilo de Mallorca danzó también a estilo alejandrino. Juzgó con esto Pericón que ya estaba cerca de lo deseado e hizo continuar la cena con gran copia de alimentos y bebidas, prolongándose durante mucho espacio de la noche. Al fin, (…) acostóse junto a ella y la rodeó con el brazo sin que la mujer resistiese, y con ella comenzó amorosamente a solazarse.” (Narración séptima de la segunda jornada).[3]
Aquí vemos las artimañas que cometió en este caso Pericón, quien se enamora de una hermosa joven quien no le presta atención pero él logra hacer sus mañas embriagando a la muchacha para luego aprovecharse de ella. De esta manera se juega con la naturaleza, haciendo olvidar la conciencia y sacando lo más malo de cada uno para llegar a lo sensual, al placer, así como lo vemos en otro cuento -narración séptima, de la segunda jornada- en el que se muestra también los alcances del ser humano. En este cuento vemos como una mujer se fija en un hombre:
“Era el dicho Gualterio muy apuesto de cuerpo, y de edad de unos cuarenta años, y tan placentero y cortés como el que más. Por otra parte, pasaba por el más discreto y delicado caballero que entonces se conociera y por el que mejor solía adornar su persona.”[4]
Aquí nos presentan a un hombre de cuerpo provocativo como manera de deleite, de deseo sensual. Tal sentimiento fue personificado en una deidad: Eros. El término «erotismo» es una palabra compleja que puede llegar a tener dos sentidos ya que se encuentra flanqueada por un lado por la picardía y la insinuación y por el otro por la pornografía. Es claro es que tiene un significado que lo relaciona con la sensualidad y la sexualidad, con las capacidades de atracción entre los dos sexos.
En el siguiente fragmento de la narración de decima, tercera jornada, vemos caer en pecado a un fraile:
“Tienes el infierno; y te digo que creo que Dios te ha mandado aquí para salvación de mi alma, porque siempre que el diablo me cause esta importunidad, si tienes piedad de mi y permites que yo en el infierno lo meta, tu me darás grandísimo consuelo y a Dios daremos mucho placer y servicio si es que tu a estas regiones para eso vi viniste (…) padre mío, puesto que yo tengo el infierno, sea ello cuando os plazca.”[5]   
Aquí podemos ver como en Decamerón no solo muestra la parte codiciosa y maliciosa de la vulgo (gente del común) sino que también muestra los defectos de los frailes que eran como los padres del pueblo demostrándonos que ellos tienen tanta fragilidad como nosotros. Estos detalles fueron los que hicieron que El Decamerón trajera tanta controversia porque en esta época se consideraban a los  frailes como si fueran santos invulnerables a la maldad.
Erotismo y sensualidad están muy unidos aun cuando no signifiquen lo mismo. Tienen una gran conexión entre si pues las dos buscan atraer e incitar al sexo opuesto del animal humano.
“Y viéndole con frecuencia, en secreto fue enamorándose de él y acogiendo con más alabanzas sus prendas.”[6]   
En esta cita –narración primera, cuarta jornada- vemos los deseos carnales entre estos dos amantes, a pesar de que el padre de la muchacha le prohíbe estar con él. Los deseos de una mujer se ven aquí de otra manera, no de una manera pura sino como un ser humano pasional y sensual. Este es otro detalle que conmovió a los lectores.
En el Decamerón la picardía, el engaño y los deseos carnales de los personajes, lo lascivo,  grandes amores, en fin, el ser humano al desnudo. No faltan en ocasiones en que lo cómico y también lo trágico también trasciende, como en la historia que exponemos aquí. Se dice en la "Historia de Anastasio Degli Onesti", ilustrada con pinturas de Sandro Botticelli (1444-1510). Con múltiples alusiones a personajes o a costumbres populares, constituye una verdadera comedia humana de la Edad Media. Una gran dosis de obscenidad y de cinismo alterna con la expresión de elevados pensamientos. En la narración primera de la cuarta jornada, lo pícaro y cómico se manifiestan así:
“No debía decirte comadre, pero mi amante es el arcángel Gabriel que me ama más que a si mismo teniéndome por la más bella mujer que hay en el mundo. La comadre estuvo a punto de reír, pero, como conocía bien a su amiga.”[7]
Es esta cita vemos tres cosas: el egocentrismo, la manera de competir, y la hipocresía. En ese entonces la Iglesia veía a la mujer como pecadora por naturaleza. Boccaccio las muestra como insaciables a la hora de hablar. El tema tratado por Boccaccio en esta ocasión, es mostrar cómo eran las mujeres del momento, que nunca pretendían quedar atrás, las muestra como competitivas y tontas.
Ahora vemos la malicia de una viuda y su amante en la narración séptima de la séptima jornada:
“y alzándose, fueron a la usada ventanilla, y mirando al patio redondo, vieron al estudiante hacer sobre la nieve una verdadera danza en redondo, al son de un castañetear de dientes que le causaba el mucho frio, y era el ritmo tan frecuente y vivo que jamás habían presenciado cosa semejante.”[8]
Aquí Boccaccio nos muestra la malicia de ser humano al ver el sufrimiento y disfrutar de él. Nos lo presenta en un leguaje sencillo sin necesidad de escribir ninguna obscenidad para mostrar lo que ocurre. Una comida de gallinas al estilo Boccacio esta es una manera de burlase del estilo picaresco de la situación; ver a un muchacho enamorado haciendo todo lo que le ordena su amada hasta que nota que se están burlando de él.
El erotismo va más allá que la sensualidad, pues, comprende expresiones faciales complejas, actividades del cuerpo y manifestaciones verbales. Estas últimas abarcan señales sonoras o visuales especializadas y simbolizadas por el lenguaje
El erotismo puede verse desde algo completamente inocente como una mirada profunda y sostenida en un momento inesperado; pasar al lado de la persona deseada y susurrarle algo bonito al oído, rozarla como “sin querer”, hasta algo profundamente íntimo y sexual como simple y directamente ser sorprendido por tu pareja al llegar a tu casa y encontrarla con un conjunto muy sensual, preparada para ofrecerte una noche inolvidable. Pero también es mucho más directo en la aventura sexual. Esto sucede en la jornada séptima, narración segunda, cuando Juanillo escuchaba las instrucciones que su amante decía, mientras el marido de ella estaba dentro de un tonel, limpiándolo:
“Y, dejando las herramientas y quedándose en magas de camisa, mando encender luz y que le diesen un raspador, y se metió en el tonel y empezó a raspar.(…)Y mientras estaba así y al marido enseñaba y recordaba, Juanillo, que no había saciado su deseo plenamente aquella mañana cuando llegó el marido, viendo que no podía satisfacerlo como quisiera, decidió satisfacerlo como pudiese y, aferrándose a ella, que tapaba la boca de tonel, en la forma en que en los anchos campos los desenfrenados y de amor caldeados caballos asaltan a las yeguas de Partia, a efecto llevó su moceril deseo, el cual llegó a su extremo….”[9]   
Aquí vemos la astucia de la mujer para deshacerse de su marido y poder atender, en las barbas de éste, los deseos de su amante.
En conclusión, si bien es difícil precisar un rasgo que diferencie claramente al adjetivo erótico de los que todos usamos en la charla cotidiana, si es claro que en El Decameron se muestran todas las posibilidades del amor sexual con sus facetas de lo erótico, lo sensual y lo propiamente sexual. Y esta expresión de la realidad erótico-sexual fue lo que motivó la controversia en torno a este libro, que se ha mantenido vigente a través de los tiempos.

BIBLIOGRAFIA:
BOCCACCIO, El Decamerón. Bogotá: edit. Panamericana, 1994.
PAZ, Octavio. Amor y erotismo: La llama doble.


[2].- BOCCACCIO, Giovani. El Decameron. Bogotá. Edit. Panamericana, p. 92
[3] .- Ibid, p.  95.
[4] .- Ibid, p.108.
[5].- Ibid, 223.
[6] .-PAZ, Octavio. Op.cit.
[7].-BOCCACCIO. Op. Cit, p. 423.
[8].-Ibidem.
[9].-Ibid, p. 355